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11.7.07

Juan Francisco Lazcano: "Paco 'El Pocero' es un empresario que está haciendo un proyecto de riesgo, imaginativo"


Uno de sus objetivos al ser reelegido para el cargo de presidente de la Confederación Nacional de la Construcción (CNC) era mejorar la imagen del sector. ¿Por qué está tan demonizada la construcción?
Esa pregunta nos la hacemos todos. Hemos escuchado que es malo para la economía que el sector de la construcción crezca, pero, hombre, cuando un sector crece, crea el 13% de los empleos del país y coopera al Producto Interior Bruto con una cifra entre el 17% y el 18%, no se entiende muy bien que se diga que un crecimiento económico basado en el sector de la construcción es perverso. Lo que es necesario es hacer políticas que hagan que exista una demanda de construcción, ya sea de obra civil o de edificación. Esas políticas son las que deben crear confianza en la economía y que se produzca empleo. Al sector de la construcción también se le ha demonizado por la siniestralidad. Bueno, es un sector de riesgo, pero tampoco se puede decir que sea el único. El sector servicios tiene una accidentalidad tan importante como la construcción. Cuando hablo de mejorar la imagen del sector quiero decir situarlo en lo que representa en la sociedad. Es un sector que crea riqueza, que es respetuoso con el medio ambiente, que crea infraestructuras, muy competitivo, con una gran imaginación. Mejorar la imagen también sirve para atraer a los jóvenes a un sector importante, en el que, además, se gana bien. Si no transmitimos esta imagen a la sociedad seguiremos teniendo mala fama. Parece que el sector de la construcción es el demonio. Y no es así.

Quizá la imagen que tiene la sociedad de la construcción es Paco El Pocero...
Paco El Pocero es un promotor, un empresario que ha hecho un proyecto de riesgo, imaginativo, en un determinado sitio. Lo que hay que hacer es que se cumplan las determinaciones que marca la ley, tanto urbanísticas como medioambientales. Si todo eso se cumple, y quien tiene que dar esas licencias las ha dado bajo el principio de legalidad, lo único que ocurre es que El Pocero es un empresario que está haciendo un proyecto de riesgo, y lo que tendríamos que desear todos es que le salga bien. Otra cosa diferente es que no se haya cumplido algún principio de legalidad, y yo no lo sé, no me consta. En términos generales, tanto El Pocero como cualquier otro promotor, en definitiva, son empresarios que tienen proyectos en los que arriesgan, porque su vocación es crear riqueza, ganar dinero y crear trabajo. Todo eso en cualquier actividad económica se debe hacer bajo principios de legalidad. Si se cumplen no hay ningún problema. Si se han cumplido todo los principios de legalidad no entiendo por qué se habla tanto de esta persona.

Antes decías que el sector de la construcción está preocupado por el medio ambiente, pero hace poco aparecía un informe de World Watch y Comisiones Obreras (pdf) que afirmaba que la construcción y el mantenimiento de los edificios consumen el 40% de la energía. Parece que todavía hay mucho trabajo por hacer…
Sí, pero creo que en este ámbito hay un gran desconocimiento. El sector de la construcción es un sector que tiene que desarrollar su actividad bajo un sistema absolutamente reglado. No se puede hacer obra civil sin cumplimiento de la legislación medioambiental española, que se adapta a las directivas comunitarias y, en algunos casos, es más estricta. Eso que en la obra pública se ve de forma clara, ocurre igual en la edificación, porque hay que conseguir todas las licencias. Además, acaba de salir el Código Técnico de la Edificación, con sus medidas de desarrollo sostenible, y el propio sector está trabajando por la gestión de los residuos de construcción y demolición. Al sector le interesa el reciclaje y la reutilización de los residuos, porque puede llegar a ser más económico si la gestión se generaliza, y se reduce el consumo de materiales naturales. En este sentido el sector es colaborador, no se resiste. Con todos los procedimientos reglados que están establecidos creo que la construcción es un sector que no es agresivo con el medio ambiente. Lo que hay que hacer con quien no cumpla las determinaciones legales es que no lleve a cabo la actividad que iba a realizar.

Los expertos de Morgan Stanley auguran un duro aterrizaje de la construcción, similar al ocurrido en Alemania. ¿Está preparado el sector para un posible batacazo?

Nosotros no tenemos una preocupación tan sensible como la que ha sacado a la luz Morgan Stanley. Estamos viendo que se está produciendo una normalización, un equilibrio entre la oferta y la demanda. Los empresarios que están envueltos en esta normalización están tomando sus medidas para que este equilibrio no produzca ningún impacto irreversible, o la desaparición de su empresa. Para ello el descenso del número de viviendas visadas se tiene que hacer como se está haciendo, de manera tranquila. De 800.000 viviendas se irá pasando, en una serie de años, a unas 500.000 viviendas, con tranquilidad. Los grandes promotores tienen mercados alternativos, que ya están poniendo en marcha, como Europa del Este. En ese sentido no somos alarmistas. Además, sería irresponsable crear esa alarma.

La CNC dijo en su momento que era “muy buena idea” que se creara un Ministerio de Vivienda. ¿Lo sigue pensando?
Los ministerios, para que se justifiquen, tienen que tener unas competencias, con una capacidad de legislación también importante. Eso no se da en el mundo del urbanismo y de la vivienda hoy por hoy, porque las competencias en este ámbito están transferidas a las Comunidades Autónomas. Desde ese punto de vista, la pregunta sería: ¿es necesario que exista una administración con características de departamento ministerial para las pocas competencias que tiene el Estado en el ámbito de la legislación en vivienda y urbanismo? ¿O simplemente sería necesario un órgano administrativo que, con otro nivel, pudiera desarrollar la actividad de acuerdo con las competencias que tiene atribuidas?

Juan Francisco Lazcano es presidente de la Confederación Nacional de la Construcción, una organización empresarial que engloba, prácticamente, a todo el sector en España:unas 250.000 empresas.

Más en el próximo número de la revista NaN. Fotografía de Fábrica de Fotos.

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9.7.07

El inodoro de Henry Kissinger


Parece difícil imaginar a Bill Clinton y al diseñador Oscar de la Renta paseando descalzos por la orilla de un mar turquesa, con los pies llenos de arena y salitre. Pero es una escena habitual. El propio ex presidente de Estados Unidos lo admitió en la última gala de la famosa escuela de diseño neoyorquina Parsons. “Hemos pasado muchas vacaciones junto a Oscar y su mujer, Annette, en República Dominicana, y Oscar y yo hemos compartido largas caminatas por la playa”, dijo Clinton. No es el único. De la Renta, nacido en Santo Domingo en 1932, es el diseñador del poder. Ha vestido a las primeras damas de las últimas décadas –Nancy Reagan, Hillary Clinton y Laura Bush– y ha confraternizado con sus maridos, a pesar de sus antagonismos políticos. “Voto a la persona, no al partido”, ha confesado sin pudor más de una vez. Además, como si se tratara de un hipnotizador en lugar de un modisto, en la Casa Blanca todavía se rumorea que De la Renta fue el culpable de que Condoleezza Rice guardara los pantalones bajo llave y apostara por sus ya inseparables faldas. Lo que es seguro, en cualquier caso, es que el dominicano eliminó el cascarón andrógino de la secretaria de Estado estadounidense cuando la vistió de rojo carmín para la portada de la revista Vogue.
Su mansión en Punta Cana está a la altura de sus huéspedes. Su arquitecto, el cubano establecido en Miami Ernesto Buch, trabajó codo con codo con De la Renta para que todo fuera perfecto. “Me dijo que le gustaban mucho las haciendas de Louisiana, y, sobre todo, se enamoró de la casa sureña de Tara, en la que vivía Scarlett O’Hara en Lo que el viento se llevó”, cuenta Buch. El propio diseñador dominicano pidió al arquitecto que se fuera a vivir durante un año a la isla caribeña para que no hubiera fallos. La vida social de De la Renta impuso un ritmo frenético. “Fue una locura”, confiesa Buch. “Todavía no habíamos terminado la obra y me dijo que tenía un invitado muy especial, que la casa tenía que estar finalizada para un día en concreto”. El invitado era el ex secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger, premio Nobel de la Paz ensombrecido por su participación en el golpe de Estado contra el gobierno de Salvador Allende en Chile. “Cuando llegó Kissinger yo estaba con el fontanero poniendo el inodoro, literalmente”, cuenta divertido el arquitecto.


Más en la revista Gentleman.

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5.7.07

Bjarke Ingels: "Nosotros proponemos, en vez de esperar a que alguien nos llame"


Una de las características peculiares de BIG es que hacéis propuestas sin que nadie os las haya pedido. ¿Esta estrategia funciona o es una utopía?
Creo que la arquitectura proactiva es el futuro. Me gusta el concepto de utopía pragmática. Así fue nuestro proyecto KLM, en Copenhague: proponemos algo para un lugar y después se lo vendemos a los inversores, en lugar de esperar a que alguien llame, o a ganar una competición frente a cientos de arquitectos para desarrollar una idea de otra persona. Con nuestra aproximación proactiva nosotros, como arquitectos, tomamos la iniciativa a la hora de formular el futuro de la ciudad.

Bjarke Ingels (Copenhague, 1974) dirige el estudio danés BIG. Su proyecto Kløverkarréen es un ejemplo de arquitectura proactiva. Ingels se preguntó cómo introducir 2.000 nuevos apartamentos en el saturado centro de Copenhague. La respuesta fue una especie de gran muralla china de viviendas alrededor de un gran parque. Los políticos la adoptaron como promesa electoral.

Más en la revista NaN.

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Florencio Manteca: "Los promotores han estado despachando pisos como se despachan las barras de pan"


La sostenibilidad, hoy en día, ¿es algo más que una estrategia de marketing?
Estamos en una situación complicada. Por una parte, las Administraciones se han dado cuenta por fin de que luchar contra el cambio climático es una asunto prioritario e inaplazable. Esto hace que haya una mayor sensibilización y que los profesionales tengan más acceso a la formación. Hay gente que está intentando hacer unas viviendas mejores. Pero, paralelamente, estamos asistiendo a una tergiversación, a una prostitución de los conceptos. En este momento se están manipulando las palabras y, peligrosamente, la sostenibilidad puede parecer una tendencia arquitectónica. Parece que hoy en día es difícil ganar un concurso de arquitectura si no hay una aplicación de criterios bioclimáticos, pero esto provoca que en cualquier proyecto se pongan unas flechas azules y rojas, muchas veces con poco rigor. También podemos hablar de la responsabilidad que tienen las revistas de arquitectura. Muchas veces, el arquitecto se preocupa más de cómo va a salir el edificio en la foto que del confort de los ocupantes. En ocasiones vemos edificios supuestamente bioclimáticos y resulta que el único criterio que han tenido para elegir los materiales es su fotogenia, su sex-appeal.

En ocasiones, la etiqueta bioclimática sólo sirve para que el promotor suba el precio del edificio.
Sí, pero el mercado inmobiliario está en una situación en la que los promotores van a empezar a necesitar un argumento de venta para vender pisos. Hasta ahora los promotores han estado despachando pisos igual que se despachan las barras de pan en una panadería: dame uno, dame dos, dame tres… Quizá antes la etiqueta servía para que el promotor aumentara el precio del piso, pero en la coyuntura actual el incremento de la calidad puede servir para que ese piso se venda antes.

¿Qué opinas del proyecto R4House, catalogado por su autor, Luis de Garrido, como la mayor referencia en arquitectura sostenible?

No puedo hablar de su edificio, porque no lo conozco. Pero, en general, lo que yo valoro son los premios, los reconocimientos que dan terceras personas a un trabajo. El otro día estuvimos en la ceremonia de entrega del premio Mies van der Rohe a Tuñón y Mansilla. Es un galardón muy prestigioso. Ésos son los reconocimientos que me valen, no los que se otorga uno mismo.

Florencio Manteca (Madrid, 1969) es director del área de Arquitectura Bioclimática del Centro Nacional de Energías Renovables. Según este organismo, España podría ahorrar 250.000 GWh (equivalente al consumo de energía de Barcelona durante dos años) y dejar de emitir 50 toneladas de CO2 (una cifra similar a la que provoca el tráfico de Madrid en 12 años) en las próximas cuatro décadas, aplicando algunas medidas de arquitectura bioclimática.

Más en la revista NaN.

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13.5.07

Jordi Ludevid: "Hay demasiados ejemplos de malas prácticas profesionales"


Parece que en el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España, donde se agrupan los representantes colegiales, coexisten dos facciones, la de los partidarios de Hernández Pezzi y la de Ricardo Aroca. ¿Cómo afecta esto a los colegios?
[...] Cataluña cree en un Consejo ecuánime, cohesionado, útil, confortable para los colegios grandes, medianos y pequeños. Un Consejo que defienda, con resultados tangibles, los intereses legítimos de los arquitectos y que promueva, también con resultados tangibles, los valores específicos, mediterráneos, de la arquitectura española en un mundo globalizado, en tanto que interlocutor con las autoridades estatales. Si el Consejo no consigue esta cohesión, unidad, eficacia y también un buen ambiente al servicio de ambos objetivos, he de decirle que a Cataluña no le interesará. Ni a otras comunidades tampoco. Eso está claro.

El COAC sugirió un concurso abierto para la remodelación del Camp Nou, con el objetivo de dar una oportunidad a todos los arquitectos. ¿Qué opina del fervor por los arquitectos estrella de algunos ayuntamientos?

Actualmente, muchos proyectos ingresan en los despachos de arquitectura a través de concurso. Los arquitectos, hoy, concurren a concursos de arquitectura de todo el mundo, sean públicos o privados. Ejemplos de malas prácticas profesionales los hay y son demasiados. Al COAC lo que le interesa es centrar sus esfuerzos en la transparencia y la permeabilidad, acompañar a los operadores, públicos y privados, y, a partir de nuestra experiencia, garantizar que el concurso de arquitectura sea un proceso seguro, justo, eficaz y sobre todo abierto, para alcanzar el resultado pretendido, de principio a fin. Si no es abierto es innecesario.
Otra cuestión es cómo la arquitectura, bien gestionada y planificada, puede actuar como un factor positivo en la reactivación y regeneración de los espacios urbanos. Las buenas políticas de la Administración son esenciales para la construcción de un espacio público de calidad, que incorpore valor, que construya cohesión social y que sea motor económico, de prosperidad. No importan tanto los arquitectos estrella, mediáticos, sino los buenos arquitectos, que comprendan la faceta social y el entorno en el que se construye su arquitectura.

Jordi Ludevid acaba de cumplir un año como decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Cataluña. Más en la revista NaN.

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José Luis García Ortega: "Los que han estado negando el cambio climático deberían rendir cuentas"


¿No es hipócrita comprar energía nuclear a Francia y renunciar a las centrales nucleares españolas?
Hay un poco de mito en eso de que España compra energía nuclear a Francia. El balance energético de intercambios eléctricos en España es pequeñísimo. Alrededor del 1% de la electricidad se compra y se vende. España es una península energética. No es una isla pero casi. La compraventa de energía a través de las centrales eléctricas es muy pequeña. Además, es mayor con Portugal. España y Portugal forman un único sistema eléctrico en la práctica, pero con Francia los intercambios son bajísimos. Realmente, la electricidad que se consume en la Península Ibérica está producida en la propia Península Ibérica. Otra cosa son los riesgos de la producción nuclear, que no conocen fronteras. El hecho de que en Francia sí que acepten nucleares no es un riesgo para Francia, es un riesgo para todos. No solamente es necesario renunciar unilateralmente a la energía nuclear por los graves inconvenientes que tiene, también hay que presionar a los países vecinos para que lo hagan.

¿En España hay centrales nucleares que presenten un riesgo para la población?
Sí, todas las centrales nucleares suponen un peligro. Desde la de Garoña, en Burgos, que es la más vieja, hasta la de Vandellós, que tiene una de las tecnologías más modernas y, sin embargo, ha sufrido los mayores problemas de seguridad. También Ascó, Cofrentes, Trillo, Almaraz... En todas ha habido problemas y suponen un riesgo importante, porque nadie puede asegurar que no se produzca un grave accidente. Además, liberación de radioactividad existe continuamente. Greenpeace viene siguiendo muy de cerca las deficiencias en la seguridad que se detectan continuamente en las centrales nucleares, la cantidad de paradas no programadas a las que se ven sometidas. Greenpeace también ha detectado que el organismo público que debería llevar a cabo esa vigilancia, el Consejo de Seguridad Nuclear, adolece de muchísimos defectos, como la falta la imparcialidad necesaria. Greenpeace está promoviendo que se apruebe una ley que regule el funcionamiento de este Consejo para asegurar la independencia y la transparencia en sus decisiones.
En caso de producirse un accidente, y aquí no vale hablar de probabilidades, los daños serían incalculables. Ni siquiera hace falta que ocurra un accidente. Lo terrible es que pueden ser objeto de ataque deliberado. Estamos viviendo en un mundo con grandes convulsiones con temas de terrorismo. Y, realmente, el objetivo más vulnerable y más espeluznante, es una central nuclear.

Ahora que ya es delito negar el Holocausto. ¿Qué habría que hacer con los negacionistas del cambio climático?
Es una buena cuestión. Los que han estado negando el problema durante años deberían rendir cuentas. ¿Qué pasaría si la clase política, escudándose en ellos, negase también el cambio climático? Tenemos un ejemplo concreto, no es ninguna fantasía. Hemos visto cómo la llegada de Bush al poder supuso un frenazo en los compromisos que Estados Unidos ya había adoptado en función del Protocolo de Kioto. Bush decidió salirse de Kioto por la influencia directa del lobby petrolero del que él mismo provenía. Tenemos perfectamente documentado cómo este lobby petrolero ha financiado a esos voceros que han intentado crear confusión en la opinión pública y en la clase política. Esto sigue ocurriendo, lamentablemente, pero la mayoría de los gobiernos no se han dejado seducir por esos engaños. ¿Qué ocurrirá en el futuro a medida que el cambio climático se vaya haciendo realidad? Uno de los frentes con los que estamos trabajando es el judicial, sobre todo en EE UU, donde estas denuncias judiciales tienen un gran alcance. Es lo mismo que ha ocurrido con la industria del tabaco, que durante años negó cualquier relación entre el tabaco y el cáncer. Las petroleras han negado durante años su vinculación con el cambio climático. Ahora se demuestra que es cierta, y Greenpeace está trabajando en el terreno judicial para que respondan del daño que han producido.

José Luis García Ortega (Almería, 1964) es astrofísico y responsable de energía y cambio climático de Greenpeace. Más en Informativos Telecinco.

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17.4.07

José Antonio Otero: "Llevo tiempo pidiendo una crisis en la edificación"


Las constructoras, a través de la patronal Seopan, anuncian para 2008 una crisis en el sector de la edificación, con una pérdida de unos 200.000 empleos…
Yo escuché a Enrique Aldama que si se bajaban 100.000 viviendas se perderían 200.000 empleos en edificación. Pues sí, es verdad. Pero es que la producción de viviendas que hemos alcanzado es absolutamente demencial para un país como nosotros. En los últimos diez años hemos superado los cinco millones de viviendas construidas, tantas como Francia, Alemania y el Reino Unido junto. Son tres países, pero es que además cuentan con una población cinco veces superior a la española.

¿Cómo se explica esto?
Aquí en vez de ahorrar en fondos o en depósitos bancarios hemos ahorrado en ladrillos. Y ahora tenemos más de tres millones de viviendas que se han comprado no porque se necesiten, sino como inversión, porque se sabe que todos los años van a revalorizarse entre un 10% y un 15%. Como en el banco sólo dan un 1%, se invierte en ladrillos. Esto es un lastre importante. Tener más de tres millones de viviendas cerradas es un problema.

Entonces, ¿una crisis en la edificación podría ser incluso positiva para un reajuste?
Es un poco duro decirlo, estando en el sector. Pero llevo mucho tiempo pidiendo esa crisis. Estoy convencido de que, desde el punto de vista profesional, si queremos que los compañeros técnicos se formen más, estén más al día, se preocupen más por los últimos materiales, no hay que darles un trabajo loco. Bájales de nivel, mételes en una crisis en la que tengan que preocuparse por ser competitivos y estar más formados. La crisis va a ayudar. Pero no sería buena una crisis brutal como la de hace 12 o 14 años. Cualquier inicio de crisis en la construcción va a ser un inicio de bajada en la economía, no por lo que supone el PIB del sector, sino por la psicosis en el consumo. Ahora mucha gente se siente rica por el valor de su vivienda. Si sabe que los precios disminuyen, va a tener más miedo a consumir. Va a ser inevitable una relajación del consumo y automáticamente una disminución del crecimiento económico en España. Pero es que económicamente nos hemos disparado porque el sector de la edificación está haciendo verdaderas barbaridades en la oferta, en la demanda y en los precios. Aquí yo veo un problema increíble: cuando tienes mucha demanda el precio suele tirar, pero si metes mucha oferta el precio baja. Aquí ha subido la demanda, la oferta se ha disparado y el precio también sigue disparado. Tendremos que ir a una especie de crisis, que el producto empiece a no venderse, para que todos seamos conscientes de que tenemos que hacer mejor las cosas.

José Antonio Otero es presidente del Consejo General de la Arquitectura Técnica de España desde 1985. Más en el último número de la revista NaN.

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2.4.07

Belinda Tato: "Con el espacio público no se juega, ni al golf ni a nada"


¿Cómo ves el ecosistema urbano en España?
Mal, muy desequilibrado. Se está construyendo sin criterio y comprometiendo el futuro de nuestro país. Todas las visiones son siempre a muy corto plazo y nadie está teniendo una visión un poquito más allá.

¿Se puede articular un territorio alrededor de un centro comercial, como se está haciendo en las periferias?
Claro que se puede hacer, otra cosa es que sea lo correcto. Se le está restando vida y protagonismo a la calle, al espacio público. Y se está casi asimilando que el ocio es lo mismo que consumo. Si le restas actividad a la calle y generas mucho confort y atractivo en los centros comerciales estás privatizando el ocio, ligándolo al consumo. Es algo muy estadounidense. Se sabe que no funciona, pero a pesar de todo lo hacemos, lo consentimos, lo toleramos y lo inauguramos.

Parece que hay un cierto conformismo ante todo lo que sucede en el espacio público, como en el caso de la transformación del madrileño Parque de Santander en campo de golf.
Es reducir a un determinado sector de la población lo que es de todos. Con el espacio público no hay que jugar, ni especular, ni privatizar. En Madrid siempre se nos dice que es la segunda ciudad del planeta con más árboles, porque se computa El Pardo, La Casa de Campo y el Retiro. Muy bien, pero la ciudad tiene que estar un poco esponjada, con espacios de esparcimiento de la gente. El Parque de Santander era una oportunidad para generar espacio público en un barrio que no tiene grandes parques ni instalaciones para los niños. Convertirlo de repente en un campo de golf me parece pésimo. Hay una movilización ciudadana en la que participamos, para poner de manifiesto que estamos totalmente en contra. Los campos de golf se pueden hacer en las afueras de Madrid, no en este parque que se iba a convertir en un pequeño pulmón para la zona. No es necesario, no entendemos por qué se hace. Se ha hecho sin licencia, afirmando que era una acción de interés general. Es escandaloso. No podemos privatizarlo todo y hacer que todo el ocio esté ligado al consumo. Con el espacio público no se juega, ni al golf ni a nada.

[…]

Quizás el arquitecto debería ser más como un albañil preparado y concienciado que como un artista…
El arquitecto debería ser sensible a las necesidades de la gente. Mi percepción es que los arquitectos hacen arquitectura para otros arquitectos, para publicarla. Es un diálogo entre arquitecto y arquitecto. Eso hay que romperlo y hacer un diálogo entre arquitecto y sociedad. Nuestra profesión tiene una gran componente social que se ha dejado de lado. Normalmente, cuando se fotografía un edificio está vacío, porque uno dice: “te voy a enseñar mi objeto y la gente me molesta”. Eso de por sí es algo erróneo, porque ese teatro o esa biblioteca han sido diseñados para ser ocupados, para que la gente sea feliz allí. A nosotros nos gusta trabajar en el ámbito horizontal, de planificación, trabajando la ciudad. Uno ve Sanchinarro y puede que haya arquitectura de calidad en una manzana, pero al final lo que se ha generado como tejido urbano no tiene ningún interés. Puede haber viviendas experimentales estupendas, pero lo demás, que es lo que perdura, es un desastre, un fracaso. Habría que revisar esta situación. Los arquitectos hemos perdido bastante protagonismo. El urbanismo está en manos de las grandes ingenierías. Hay que aspirar a hacer un edificio estupendo en un urbanismo extraordinario dentro de una ciudad que funcione. Porque si no estamos haciendo joyitas para unos pocos.

El otro día nos decía Massimiliano Fuksas que la vivienda “ya no le interesa a nadie”.
Creo que la vivienda sí que interesa. La Empresa Municipal de la Vivienda y el Suelo convoca muchos concursos abiertos, y son muy concurridos. Hay muchas propuestas imaginativas, brillantes, experimentales, a pesar de que la normativa es muy restrictiva. A pesar de eso la gente trabaja por hacer viviendas de calidad. No estoy de acuerdo con Fuksas. Si los promotores privados llamaran a arquitectos de calidad se generaría una cultura en el comprador de saber que por el dinero que paga puede obtener algo de calidad. Ahora mismo eso no está asumido. Si paseas por el PAU de Vallecas distingues perfectamente cuáles son las promociones privadas y cuáles las públicas, que son de una muchísimo mayor calidad y cuestan la mitad. Quizá sea cierto que las grandes estrellas, que tienen 30 grandes proyectos en 30 ciudades diferentes del mundo, no tienen interés en la vivienda. Pero hay muchos estudios pequeños, como el nuestro, con unas ganas tremendas de generar entornos más agradables para la vida. La verdad es que el tema de la vivienda es patético. Con promotores como el Pocero no hay diálogo posible. La gran construcción masiva es un círculo vicioso: generas un producto de baja calidad y aún así hay demanda para ello. Con lo cual, ¿para qué lo vas a mejorar? Y no hay demanda de algo mejor porque nadie sabe que podría tener una vivienda mucho mejor por el mismo dinero.

Belinda Tato es arquitecta, miembro del estudio madrileño Ecosistema Urbano. Es responsable del Ecobulevar de Vallecas y del proyecto para crear una playa en la plaza Soledad Torres Acosta, a unos metros de la Gran Vía. Hasta el 8 de abril, su estudio es uno de los protagonistas de la exposición Fresh Madrid, en Bruselas.

Más en la revista NaN. Fotografía de Fábrica de Fotos.

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30.3.07

William Curtis: "Las viviendas en España se construyen como si fueran cajas de zapatos abandonadas en las autopistas"


En la arquitectura moderna observamos una preocupación social en la obra de Le Corbusier, Josep Lluís Sert y un largo etcétera. En la actualidad, ¿hay una falta generalizada de compromiso político de los arquitectos frente, por ejemplo, al acceso a la vivienda digna?
Por supuesto, se debería reflexionar mucho más sobre la cuestión de la vivienda social, tanto por parte de los políticos como por el lado de los arquitectos. Pero parece que esto no es una prioridad por el momento. Además, la vivienda no debe sustraerse del problema de la planificación urbana y rural. Gran parte de las viviendas en España se construyen como si fueran cajas de zapatos abandonadas en la periferia de las autopistas. Parafraseando a Gertrude Stein, "no hay un dónde allí" (there is no there, there). Es una especie de soso anonimato el de las ciudades dormitorio: sin actividad social ni espacio público utilizable. De nuevo la privatización de la vida, pero esta vez por los mucho menos ricos. Hay que repensar el problema desde la base, teniendo en cuenta las transiciones entre lo público y lo privado, la alteración de la estructura familiar, el trabajo en casa, el cambio climático, el papel de la naturaleza, etcétera.
Hay bastantes modelos en la historia de la arquitectura moderna que pueden ser útiles, ya que pueden ser transformados de manera crítica. Siempre hay algo que aprender del pasado, y de los espacios urbanos del pasado. En las próximas décadas, España va a convertirse en un país cada vez más caluroso. Algunas regiones del país pueden incluso transformarse en desierto. En estas circunstancias, las ciudades deben repensarse con criterios climáticos, en los que elementos como el agua, la vegetación, la ventilación cruzada y las pantallas de protección solar puedan desempeñar un papel. No hablo de folclore, sino de una transformación contemporánea con principios seculares, ligados al clima y al espacio social.

Arquitectos como Léon Krier afirman que los rascacielos ya no son necesarios. Sin embargo, en la actualidad, las torres crecen por todas partes. ¿Por qué este auge de los rascacielos?
En la actualidad, hay una nueva plutocracia que atraviesa las fronteras nacionales y expresa su supuesto prestigio a través de edificios muy altos. Estos rascacielos son como paquetes de inversión verticales que aumentan el valor del suelo, hacen la vida más cara para la población del entorno y dependen de las infraestructuras públicas, que exprimen hasta el límite. Toda la palabrería sobre los iconos es absurda. La torre fálica de Nouvel es una afrenta a la Sagrada Familia de Gaudí y al paisaje de Montserrat; es una vulgarización del horizonte urbano. El desproporcionado pepino de Norman Foster en Londres compite de una manera desafortunada con la cúpula de St. Paul. El proyecto de RMJM para Gazprom en San Petersburgo está horriblemente fuera de escala. Herzog y de Meuron han hecho recientemente una propuesta para el gigante farmacéutico Hoffman Roche en la ciudad de Basel: un rascacielos de 150 m para sus oficinas centrales, con una forma arbitraria y vagamente erótica. Entra en conflicto con la catedral, que está en la otra orilla del Rin. Esta compañía fue responsable de algunos de los mejores ejemplos de arquitectura moderna en Basel en los años treinta. ¿Es que ahora quiere dominar su ciudad? Uno habla de plutocracia pero se podría hablar simplemente de falocracia. La mayoría de estas torres son como anuncios con imágenes sugerentes para incentivar las inversiones en todo el mundo. No tienen mucho que ver con la construcción de una ciudad para ciudadanos. Además, sus formas suelen ser bastante arbitrarias. Los ordenadores permiten la creación de complejos geométricos sin una razón de ser particular, que no sea el vago deseo de ser diferente.

Dice que en la época de Franco había una arquitectura moderna de izquierdas y otra de derechas. ¿Ocurre lo mismo actualmente en España?
Algunos de los primeros historiadores de la arquitectura moderna esperaban piadosamente que la modernidad fuera un asunto de izquierdas. Pero el problema era mucho más complejo. Sólo hay que pensar en el arquitecto italiano Terragni, que diseñó edificios modernos de alta calidad al servicio del fascismo en los años treinta. O en el magistral Gobierno Civil de Tarragona, construido en 1957 por de la Sota, al servicio del Gobierno Central de Madrid. La relación entre arquitectura e ideología política es complejo. Con la transición política en España este mismo trabajo fue canonizado por una joven generación completamente ajena al poder político, en favor de la arquitectura. De la Sota evitó la excesiva politización del monumentalismo franquista, a través de sutiles matices y una poderosa abstracción. Los ecos del Gimnasio Maravillas y del Gobierno Civil todavía resuenan en toda la arquitectura española actual, a pesar del medio siglo transcurrido.
Hoy en día no es fácil reducir las discusiones arquitectónicas a un problema de izquierdas o derechas. Dicho esto, resulta obvio que el compromiso social se ha desinflado. Para algunos, el mercado es el motor de la historia. Hay una mudanza generalizada, desde el dominio público a la privatización en todas las esferas. Los ardides de fragmentación de las vanguardias, maquillados con unas pocas frases del filósofo Gilles Deleuze, se introducen para mantener la pretensión de una arquitectura radical, pero son pantallas de humo que esconden una posición básicamente conservadora, relacionada con el consumismo. En la actualidad, se vive una obsesión por la imagen a expensas de la sustancia, con el narcisismo creciendo a costa del compromiso social, con lo instantáneo imponiéndose a lo duradero. Puede que una de las maravillas de la cultura política de América Latina sea la reconsideración de la arquitectura moderna como parte de un proyecto social. Y puede que la necesidad de armonización con la naturaleza conduzca a un nuevo contenido de mayor profundidad.


William Curtis es crítico de arquitectura, autor de una de las biblias de la profesión, La arquitectura moderna desde 1900. Más en la revista NaN.

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